La desintegración sensorial ocurre cuando el cerebro tiene dificultad para organizar y dar sentido a estímulos como sonidos, luces, texturas, olores o movimiento. Lo que para muchas personas pasa desapercibido, para otros puede resultar abrumador, y eso cambia por completo cómo se comportan, se expresan y se sienten en su día a día.
En mi caso, mi hijo, diagnosticado con autismo nivel 3, a veces percibe el mundo como “demasiado fuerte” o “demasiado rápido”. Se nota en su cuerpo (tensión, movimientos, necesidad de huir) y en sus emociones (ira, llanto, apagamiento). Pero una cosa es clave, no todas las personas autistas tienen desintegración sensorial, y quienes la experimentan lo hacen de formas muy distintas. Cada persona es un universo.
🔎 Señales Frecuentes De Desintegración Sensorial.
Cuando el sistema nervioso se sobrecarga pueden aparecer:
- Hipersensibilidad a ruidos, luces, olores o texturas.
- Búsqueda sensorial, necesidad intensa de moverse, apretar, morder o frotarse.
- Dificultad para concentrarse o seguir instrucciones.
- Reacciones súbitas, llanto, gritos, alejarse o “shutdowns” (apagones) y bloqueos.
- Conductas que parecen extrañas socialmente pero que cumplen una función reguladora.
Importante: no es berrinche ni mala conducta. Es el cuerpo pidiendo ayuda, calma y seguridad.
🧭 Qué Hago Desde Mi Experiencia Como Mamá (Estrategias Prácticas)
A continuación comparto lo que nos ha ayudado, pequeñas decisiones que hacen la diferencia en el día a día:
1. Crear rutinas sensoriales previsibles
Pequeñas prácticas regulares (5–10 min) que calman, balanceo tranquilo, presión compresiva suave, masaje en manos, respiraciones guiadas o usar una manta que aporte seguridad.
2. Reducir estímulos cuando sea posible
Apagar luces muy intensas, bajar el volumen, evitar espacios muy concurridos o llevar auriculares antiruido en salidas. Pequeños cambios ambientales disminuyen muchísimo el estrés.
3. Anticipar cambios y transiciones
Usar pictogramas, contar “en 5 minutos salimos”, o mostrar una rutina visual ayuda a que los cambios no sorprendan ni generen pánico.
4. Ofrecer opciones de autorregulación
Tener a mano recursos que le funcionen, fidget toys, mordedores (chewies), pelotas de presión, colchonetas para saltar en un espacio seguro o un rincón sensorial.
5. Validar sus sensaciones con palabras sencillas
Decir “Veo que te molesta el ruido, estoy aquí”, o “Está bien que esto te incomode” validar calma más que regañar.
6. Planificar pausas y salidas seguras
En salidas largas, anotar puntos de descanso o rutas menos ruidosas, en eventos, identificar “zona tranquila” antes de que empiece la sobrecarga.
7. Trabajar con profesionales
La terapia ocupacional especializada en integración sensorial y el apoyo de un equipo multidisciplinario (psicólogo, pediatra, BCBA si aplica) aportan estrategias personalizadas y efectivas.
✅ Qué Hacer Y Qué Evitar (Resumen Rápido)
Haz: observar patrones, anticipar, ofrecer alternativas, ajustar el ambiente y celebrar los avances.
No hagas: minimizar lo que siente, exigir comportamientos sin herramientas, o forzar la exposición sin apoyo.
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🌱 Mensaje Final: Acompañar No Es Cambiar, Es Facilitar
Acompañar a una persona con desintegración sensorial no significa arreglar algo, significa comprender, ofrecer seguridad y adaptar el entorno para que su mundo sea más amable. Cada pequeño ajuste, una luz más tenue, una rutina clara, una pausa, puede transformar un día difícil en uno llevadero.
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